LA BUENA CONDUCTA EN CASA
Tiempo de lectura aproximada: 7 minutos
Disfrutar de un momento de descanso junto a tu perro es uno de los mayores placeres que existen. Pero, ¿es el sofá un buen sitio para ello? Teniendo en cuenta que debemos evitar humanizar a nuestro perro, y que no todas las razas tienen exactamente los mismos instintos o temperamento, la respuesta a esta pregunta dependerá de las conductas que puedan desencadenarse o ya se hayan desencadenado en tu perro.
En este artículo te explicamos cuándo no es recomendable dejar subir a tu perro al sofá, qué debes tener en cuenta si lo dejas, y cómo puedes evitar que lo haga más.
¿Es bueno que tu perro se suba al sofá?
Que sea bueno o no subirse al sofá lo determinará la capacidad de tu perro para aprender las señales de si quieres que no lo haga. Si tu mascota sube al sofá libremente sin consentimiento, el hecho de que se suba terminará por no ser bueno. Y es que resulta frecuente que ello desencadene en una conducta desobediente que muy probablemente se traslade a otros ámbitos o señales, pudiendo incluso derivar en comportamientos no deseados o conflictivos.
El problema de la dominancia
Algunos propietarios, basándose en el pensamiento clásico, suelen tener miedo de que el canino se vuelva dominante o adopte un carácter posesivo si sube al sofá o a la cama. Y es que la dominancia no deja de ser la habilidad de controlar uno o más recursos por parte de un individuo. Esto hace que el perro sienta la libertad de hacer aquello que le resulte más gratificante al creer tener posesión total del recurso. Y aunque el motivo de ello no sea querer asumir el papel de líder dentro de su manada como ocurre con la jerarquía, verse dominante de ciertos factores como es el caso del sofá, podrá traer malas reacciones a la hora de negarles que son de su propiedad.
Por lo tanto, lo cierto es que, en sí, dejarle subir al sofá no es ningún inconveniente siempre y cuando sepa estar tanto abajo como arriba. Si a nuestro perro le hemos permitido subirse al sofá durante meses, por ejemplo, no es de extrañar que muestre resistencia para bajar o falta de autocontrol para no subir.
Uno no debería dejar subir al perro al sofá a menos que esté dispuesto a destinar el esfuerzo, cariño y tiempo necesarios para enseñarle que sólo puede subir cuando tú le dejes, ya que solo así se evitarán errores en su aprendizaje que afecten a futuras conductas, y más si es durante el periodo de socialización.
Cómo evitar que tu perro se suba al sofá
En caso de tener claro que NO queremos que nuestro perro suba al sofá bajo ningún concepto e independientemente de si haya alguien o no en casa, empezaremos a enseñarle que su sitio es otro. Cuando veamos al can en el suelo, antes de que suba empezaremos a emplear refuerzos de modo que entienda que ese es el punto correcto donde debe estar. Tendrá que ser un ejercicio constante ya que, al fin y al cabo, la comunicación por nuestra parte vendrá desde arriba, por lo que su tendencia natural va a ser la de subirse para estar al mismo nivel que nosotros.
Si no hemos evitado que suba, deberemos abstenernos de dar un refuerzo para hacer que por extinción cese ese comportamiento. Y es que cabe recordar que el no premiar conductas también supone un refuerzo, pero en este caso de lo que no se debe hacer (negativo).
¿Y si ya se ha subido, cómo hacemos que baje?
- Si queremos que nuestro perro baje del sofá, lo deberemos acompañar y guiar con suavidad intentando manipularle físicamente lo menos posible, ya que es algo que él debe aprender a hacer por voluntad propia. Los castigos y las correcciones no son lo más favorable a la hora de enseñar a un perro, solamente nos abrirán camino a remarcar una jerarquía que permita que nuestro peludo obedezca a las señales.
- Además, las correcciones nunca deberán ser agresivas o implicar hacer uso de la fuerza, sino mostradas a través de un tono firme y gestos que el perro vaya asociando con conductas que no debe llevar a cabo. El mero hecho de quitarle del sitio donde él quiere estar como es el sofá, por ejemplo, ya es un tipo de castigo.
- Una vez abajo deberemos premiarle con algún refuerzo positivo (caricias, comida o palabras agradables) para que vea que el hecho de bajar puede traerle una recompensa. En caso de que a nuestro perro no le guste estar en el suelo o no esté habituado, le facilitaremos un nuevo sitio de descanso ya sea una cama o un cojín, pero que pueda sustituir al sofá. Le expondremos al objeto y una vez se ponga encima, lo toque o lo huela, dejaremos caer premios hasta que nuestro perro permanezca subido y no baje.
- Una vez reforzado el yacer sobre su nuevo lugar de descanso le enseñaremos la señal de “a tu sitio”. Lo haremos siempre y cuando se hayan satisfecho antes todas sus necesidades (salir a pasear, comer, etc.), puesto que no podemos esperar que nuestro perro quiera descansar si ha pasado todo su día en casa, por ejemplo. Deberemos ser coherentes, facilitarnos el trabajo equilibrando sus niveles de energía, y haciendo que sea una experiencia divertida y motivadora para ambos.
Qué debes tener en cuenta si compartes sofá con tu perro
Es innegable que compartir tiempo de calidad con tu mejor amigo, en un lugar de descanso, va a reforzar vuestro vínculo todavía más. Y es que, el querer dormir junto a tí es una clara forma de decirte que te quiere. Pero aunque podamos creer que subirle al sofá pueda hacer que se sienta más acogido o querido por parte de la familia, esto en realidad puede no estar haciéndole ningún bien.
Los límites en las conductas caninas
¿Por qué son necesarios? La mejor muestra de amor que le podemos dar es garantizar su seguridad tanto mental como física y para ello hará falta fijar ciertos límites. Los límites, si se interiorizan desde que son cachorros, pueden acompañarlos durante toda su vida y favorecer una convivencia en armonía con el resto de nuestra sociedad, al igual que lo harían con su manada. Al fin y al cabo, permitirles conductas que no son las correctas solo provocará que no dispongan del entendimiento necesario para sentirse aceptados por el resto de humanos y caninos. Pero además de poder obstaculizar su aprendizaje, subirse al sofá también puede ser un problema de higiene dependiendo de la raza por la cantidad de pelo que suelte tu perro, y más cuando hay alguien con alergias en casa.
¿Cuándo debemos marcar limites? Todo dependerá, en gran parte, del tipo de raza. Algunas tendrán en su ADN una mayor predisposición a dar alergia, o instintos más dominantes o posesivos que harán que se resistan más a bajar del sofá en contra de su voluntad. Por lo que, si el temperamento de tu perro tiende a la dificultad para aprender límites por su tipo de carácter pudiendo mostrar agresividad ante una protección de recurso, o pertenece a una raza que acostumbra a soltar mucho pelo, lo mejor será asignarle un nuevo lugar donde descansar alternativo al sofá.
En el caso de los Australian Cobberdogs, dotados por un carácter fácil de enseñar por su destacable inteligencia y un manto hipoalergénico, son los perros para convivir por excelencia. Enseñarles a subir o bajar del sofá no va a suponer ninguna dificultad, sino todo lo contrario dadas sus infinitas ganas de aprender. Y es que lo importante para ellos es el hecho de poder estar contigo sin importar donde, haciendo que educarle sea una actividad que disfrutéis tanto tú como él, y que el sofá sea algo que acabe quedando en segundo plano.