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Al igual que mantenemos una higiene de nuestras cosas pese a que nuestro hogar esté limpio, también deberemos mantener limpias las cosas de nuestro canino. Esto no solamente le hará sentir más cuidado y permitirá preservar la calidad de los productos durante más tiempo, sino que además os protegerá a ti y a los tuyos de posibles bacterias y afecciones. Pero para evitar que el lavado se vuelva perjudicial, debemos conocer qué, cómo y cuándo lavar cada utensilio.
1- La mejor limpieza para los objetos de tu perro
2- Las necesidades higiénicas de tu perro: ¿qué factores influyen?
Los juguetes pasan la mayor parte del tiempo en la boca de tu perro, por lo que, la manera de lavarlos no deja de ser similar al modo en el que lavarías los juguetes de un niño. Por ello planteamos distintas vías para limpiarlos acordes a cada tipo de juguete:
- Juguetes de tela, pelo o cuerda
Estos juguetes son fácilmente lavables ya sea metiéndolos en la lavadora o limpiándose a mano utilizando un jabón neutro, evitando siempre el suavizante o productos con aromas fuertes ya que los perros suelen rechazar objetos con olores intensos. Además, será importante no hacer uso de la lejía o amoniaco, así como evitar que se encojan secándose al aire en lugar de en la secadora.
- Juguetes de caucho o pelotas de goma
Para este tipo de juguetes hay que prestar especial atención a las instrucciones de lavado del fabricante, puesto que si se trata de plástico blando corremos el riesgo de que se deformen al lavarlos. Si los materiales son lo suficientemente resistentes, podríamos meterlos en el lavaplatos. En caso contrario, siempre es recomendable que los lavemos con una esponja o una bayeta utilizando un jabón común. Será importante no hacer uso de utensilios agresivos como algunos estropajos para evitar causar hendiduras donde las bacterias puedan acumularse.
Los cuencos de nuestro perro pueden acumular una gran cantidad de bacterias que, teniendo en cuenta que es donde depositamos tanto la comida como la bebida de nuestro perro, cabe eliminarla. Es por ello por lo que será necesario limpiarlos cada día, pudiendo fregarlos con jabón o vinagre y utilizando un estropajo que asignemos específicamente a esta labor.
La correa, el arnés y el collar deben llevar una correcta higiene dado su uso diario, necesitándose limpiar de dos a tres veces por semana. Pese a que el material suele ser bastante resistente, los métodos para limpiarlos varían según su tipo:
Collar de cuero: si las instrucciones de lavado del fabricante lo permiten, puedes limpiarlo en un bol con agua caliente y una cucharadita de bicarbonato de sodio o jabón de menta, frotando el cuero con un cepillo de dientes una vez sumergido en la mezcla. Ambos químicos son efectivos para limpiar la suciedad, pero es cierto que el jabón de menta permite paliar los olores indeseados al mismo tiempo. Para secarlo, será importante que alejemos este tipo de collares de cualquier fuente de calor, incluyendo la luz solar directa. Para obtener un resultado todavía mejor, también puedes utilizar un acondicionador específico para cuero tras su lavado.
Correa, collar y arnés de poliéster o nylon: al ser materiales más resistentes que el cuero, las opciones de limpieza suelen ir más allá del lavado a mano. Para la técnica manual, puedes sumergir cualquiera de los tres accesorios en un barreño con agua, vinagre blanco y bicarbonato de sodio a partes iguales durante 15 o 30 minutos. Posteriormente, solo deberemos aclararlos y colgarlos o dejarlos sobre una toalla para que se sequen. También podemos cambiar la mezcla de ingredientes por agua y jabón neutro o de menta, frotando bien los objetos con el cepillo de dientes. Como alternativa al método de lavado manual, puedes introducirlos en la lavadora, siempre que uses un programa de agua caliente, o en la rejilla superior del lavaplatos.
De nada sirve que bañemos a nuestro perro si no hacemos lo mismo con su cama. Limpiando su lugar de descanso evitaremos que se acumulen bacterias y contribuiremos a que el resto de tu hogar se mantenga lo más limpio posible.
Para ello, la media de lavados debería ser de una vez por semana, siempre y cuando no se ensucie en otra ocasión. Si la cama se ha manchado por algún motivo, normalmente debido a que tu perro se ha ensuciado durante el paseo, deberemos limpiarla independientemente de haber realizado el lavado semanal. Esto también dependerá de los hábitos que tengamos de higiene del mismo perro, como lavarle las patas antes de entrar en casa o cepillarle con frecuencia para que los pelos queden en el cepillo en lugar de en otras partes de la casa, en el caso que tu perro sea de una raza que hace muda.
Limpia la cama de tu perro paso a paso
Lo primero que deberemos hacer será atender a las indicaciones de lavado que figuran en la etiqueta de la cama, normalmente de fácil lavado. Y es que hay camas que se pueden meter enteras en la lavadora, otras cuyas partes se deberán separar, u otras que únicamente permiten meter la funda. Lo más frecuente es que la cama pueda separar la espuma que contiene de la funda que la protege mediante una cremallera o velcro, debiendo lavarse siempre por separado. En el caso de que la cama sea de mimbre con colchón, el proceso de lavado no variará.
La lavadora será la mejor forma para eliminar posibles parásitos, pero deberemos quitar muy bien los pelos que pueda haber en la funda de la cama para evitar que se estropee la máquina o que no queden desincrustados del todo en el proceso. Como alternativa a la aspiradora, también podemos utilizar un rodillo especial y no olvidar sacudirla bien.
Acto seguido, nos aseguraremos de quitar bien todas las manchas que pueda haber en la funda, siempre utilizando productos específicos para cada tipo de tejido.
Una vez tratadas las manchas, introduciremos la funda en la lavadora. Siempre es mejor que el programa que elijamos sea de agua caliente si el material lo permite, y que utilicemos un detergente suave sin olor.
Mientras la funda se está lavando en la lavadora podemos lavar a mano la espuma o el colchón. Concretamente, deberás coger un barreño más o menos del tamaño de la cama, llenarlo con agua caliente y mezclarlo con un poquito de detergente que no sea fuerte. Pon la espuma en remojo durante un buen rato para garantizar su desinfección, luego frótala bien con las manos, y finalmente aclárala con agua tibia y deja que se seque al aire en un espacio libre de humedad. Si haces uso de la secadora, debes tener en cuenta que la espuma puede dañarse o encogerse.
En caso de que quieras meter la espuma en la lavadora y la etiqueta de lavado del producto te lo permita, deberás utilizar también agua tibia y detergente que sea suave.
Una vez tengas tanto la funda como la espuma de tu cama lavadas, solo faltará juntarlas. En caso de que también debas lavar ropa de cama como sus mantas, puedes seguir exactamente los mismos pasos que para la funda, siempre recordando adaptar el tipo de tejido al tipo de lavado.
La ropa de tu perro, aunque se siga un procedimiento similar, no se puede lavar junto con la ropa del resto de la familia o incluso con otras cosas suyas como su cama o juguetes. Sus prendas deben ir siempre a parte y utilizar un jabón neutro, suave, o cuyo uso sea específicamente veterinario. De este modo, evitaremos cualquier posible reacción alérgica u olores demasiado fuertes que no le resulten agradables a tu perro.
Podremos higienizarla tanto metiendo la ropa en la lavadora como lavándola a mano, recordando siempre retirar muy bien los pelos antes. En caso de haber manchas difíciles, también vendrá bien dejar las prendas un rato a remojo en agua caliente.
Trucos para lavar la ropa de tu perro:
Si bien es cierto que saber limpiar las posesiones de nuestro perro resulta esencial, podernos ahorrar el hacerlo más veces de lo normal sería lo mejor. Para ello, cabe conocer muy bien a nuestro perro, tanto a lo que su estilo de vida respecta como a su raza, sus características físicas, su temperamento, o su edad. Y es que los cachorros, por ejemplo, tienen mayor tendencia a curiosear entornos donde en muchos casos implica ensuciarse y morder cosas al estarles naciendo los dientes. Además, cuentan con un sistema inmune en desarrollo, lo cual conlleva un mayor riesgo ante la exposición a bacterias de todo tipo.
La raza será clave a la hora de determinar estos factores, ya que en cierta medida supone una influencia innata sobre su temperamento y anatomía. Si tu perro se trata de un Australian Cobberdog, por ejemplo, será más fácil que desde cachorro aprenda lecciones que le des para no ensuciarse tanto, como por ejemplo meterse en charcos cuando hagas paseos por la montaña, además de no necesitar aspirar a cada momento ni su cama ni su ropa al no soltar pelo. De hecho, estos son algunos de los muchos motivos por los que esta raza se considera ideal tanto para una vida de campo como para una vida de ciudad.
Por otro lado, los caninos cuya raza suele mudar pelaje o cuyo temperamento no sea tan dócil o fácil de entrenar, además de requerir de un mayor cuidado de su higiene propia, también se requerirá en sus juguetes, accesorios, cuencos o ropa. Y es que, en definitiva, aprender cómo mantener las cosas de tu perro limpias no solo conviene que lo hagas tú, también va a necesitar aprenderlo él.