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Los perros son, al igual que los humanos, seres emocionales. Sienten, piensan y razonan, a veces incluso hasta el punto de enseñarnos lecciones de vida que, pese a nosotros ser una especie más desarrollada que ellos, solemos no interiorizar tanto. Lecciones que de seguro nos podrían conducir hacia la felicidad, y mediante las cuales los perros reflejan su gran inteligencia emocional.
1- 7 Lecciones de vida que nos enseñan los perros
2- Todo lo que el Australian Cobberdog tiene para enseñarte
Resulta curioso cómo logramos entender lo que nos dice nuestro perro sin que este nos diga una palabra, únicamente por las cosas que hace. Apoyarse en ti, mover la cola, mantenerse a tu lado, darte apoyo cuando no estás en tu mejor momento…Y es que pese a que hayan personas que afirman estar ahí para ti, al final son los hechos los que hablan por sí solos, y en ese sentido ten por seguro que un perro nunca te va a fallar.
Hoy en día resulta habitual caer en un pensamiento materialista dado el grado de desarrollo de la sociedad en la que vivimos. Para un perro, el verte por fin llegar a casa o el saber que vais a ir de paseo es motivo más que suficiente para ser feliz. Es más, mostrar ilusión día tras día por sus momentos favoritos solo nos indica el valor tan grande que tienen estos animales hacia las pequeñas cosas. Cosas entre las que el afecto cobra gran importancia, demostrándose así como una mejora en la calidad de vida no viene dada necesariamente por lo que tengas, sino de con quien puedas compartirlo.
Ya sea por pertenecer a una raza determinada, tener alguna discapacidad, o ser de un determinado color o sexo, los perros nunca van a juzgarse ni a juzgarnos. Su especie no entiende de prejuicios, contrariamente a la nuestra, siendo las diferencias entre nuestro proceso de socialización y el suyo el principal motivo.
Algo muy común en los perros es su gran tolerancia a circunstancias que a nosotros nos suelen provocar miedo. Salir a pasear de noche, adentrarte en un bosque, o protegerte de desconocidos incluso si son peligrosos, son algunas de las muchas muestras de valentía que los perros expresan de manera instintiva, y que no todos los humanos serían capaces de llevar a cabo. Y es que a nuestros peludos no les asusta el mundo que les rodea, sino que se interesan por conocerlo todo lo posible. Esto hace que, aunque las personas tengamos una mayor libertad dentro de lo que cabe, nos cuestionemos todo lo que nos podríamos estar perdiendo por no salir de nuestra zona de confort.
Los perros nos enseñan que si a uno le apetece jugar, nunca se es demasiado mayor para ello. Si a uno le apetece comer, no debería privarse de nada. Si se está cansado, no hay por qué sentirse mal por dormir. Y si a uno le apetece saludar a otros perros en el parque, no hay por qué pensar que recibirá una mala respuesta. En general, los caninos se preocupan por hacer lo que su instinto les dice, disfrutando de cada momento ya que al fin y al cabo están actuando en base a lo que su condición natural les dicta. No viven pensando en el qué dirán o en preocupaciones futuras, por lo que no ven limitación a la hora de hacer algo con total libertad, y más si ello implica satisfacer sus necesidades básicas.
Resulta sorprendente cómo hasta los perros que han sufrido maltrato de algún tipo son capaces de perdonar y volver a tener confianza en las personas con tanta rapidez. Las personas, en cambio, tienden consciente o inconscientemente a guardar cierto rencor u orgullo por algo o alguien que les ha lastimado. Esto nos hace apreciar el nivel de empatía que pueden llegar a alcanzar estos animales, dando siempre segundas oportunidades y no generalizando el comportamiento de un individuo sobre los demás. Y es que, al fin y al cabo, no todo el mundo es malo, por lo que nuestras experiencias pasadas no tendrían por qué privarnos de abrirnos a personas en un futuro.
Los Australian Cobberdogs entienden como su principal propósito mejorar la vida de aquellos que les rodean. Ya sea dentro de un hogar, en las sesiones de IAA (Intervenciones Asistidas con Animales), o en centros de terapia, esta raza lleva valores grabados en su ADN que hace que sean todo un ejemplo de bondad, comprensión y amabilidad. Por lo que, si hasta ahora ya te habías percatado de lo inteligentes, sentimentales, humildes y cariñosos que pueden llegar a ser los perros, no te haces una idea del nivel que pueden llegar a alcanzar los Australian Cobberdogs.
Todo ello se puede reflejar en las terapias impartidas a gente con necesidades especiales, quienes durante el curso muestran un cambio en su visión de la vida. Una visión que estos perros logran contagiar, y que lleva a los usuarios a querer seguir luchando en sus tratamientos y ver sus situaciones desde un punto de vista más positivo. Es la ilusión y las ganas que obtienen en cada terapia las que luego trasladan a otros ámbitos de su vida.